No importa cómo nos veamos, dónde vivimos o qué hay en nuestras carteras, este momento crítico de la historia recuerda que todos somos humanos. Todos estamos conectados, y nuestros destinos están unidos. Sin duda, la forma en que se ofrece esta pandemia y la crisis económica es conjunta, o no en absoluto.

Pero durante demasiado tiempo, hemos dejado que unos pocos poderosos nos dividan para aumentar sus propias ganancias desmantelando las políticas sociales y atacando sistemáticamente las estructuras democráticas de los sindicatos al derecho al voto. Su codicia nos ha llevado directamente a la crisis a la que enfrentamos ahora, donde millones de estadounidenses que no tienen la atención médica que se requiere para recuperarse, el tiempo libre para quedarse en casa o la riqueza para sobrevivir una recesión económica. Hemos visto como los políticos financiados por corporaciones nos han dividido como chivo expiatorio a inmigrantes y personas de color, manteniéndonos distraídos mientras desmantelan nuestras redes de seguridad social que se han construido colectivamente. 

La mayoría de las comunidades más afectadas por COVID-19 y las consecuencias económicas que se avecinan serán para los trabajadores que trabajan por hora personas en las industrias de servicio, cuidado y hospitalidad, trabajadores temporales, propietarios de pequeñas empresas, trabajadores de economía de concierto, nuevos inmigrantes y otros campos dominados por mujeres y personas de color. Nuestro sistema nunca ha funcionado para todas nuestras comunidades, y ahora es nuestra oportunidad de arreglar eso.

Y para aquellos de nosotros que hemos sido capaces de sobrevivir en este sistema, las grietas están también. Las corporaciones dictan quien se queda y quien no se queda en casa, y quién recibe tiempo libre remunerado, en función de lo que genera la mayor ganancia, independientemente del sentido común, la compasión y la responsabilidad de la salud compartida.

Después de que Wall Street de la recesión global de 2008 y fue rescatada por el público, la riqueza el poder se han concentrado aún superior en el 1% en manos de poco pocos.

Ya basta.

Es hora de unirnos no importando la diferencia de raza, lugar y clase social, como hemos hecho en el pasado. Los minnesotas se recuperaron de las Grandes Depresiones, la Segunda Guerra Mundial y la Gran Recesión. Pero los logros que ganamos nunca han sido iguales y nuestra crisis actual está golpeando a ciertas comunidades más duro que otras debido a décadas de codicia corporativa coordinada. 

Ante una pandemia global y una crisis económica, debemos tomar medidas de emergencia para asegurar que nuestras familias puedan sobrevivir, y también trabajar en sistema corrupto y moralmente en bancarrota para que todas las familias, sin importar nuestra raza, trabajo, estatus migratorio, género, código postal, religión, puedan prosperar, no solo sobrevivir. Es hora de reescribir fundamentalmente las reglas, reconociendo que cuando nos centramos en los más afectados por las desigualdades, nos hace a todos más fuertes. 

Mientras trabajamos juntos para sobrevivir a esta pandemia, también debemos reconocer que ahora es el momento de construir un sistema en el que cuidemos a todos, no sólo a las corporaciones y a los ricos. No puede haber "un regreso a la normalidad" si esa normalidad se define por unos pocos codiciosos y poderosos. Vamos a recuperar más fuerte cuando los Minnesotanos nos unamos no importando nuestras diferencias y puedan definir y crear un futuro mejor compartido para todos nosotros.

Podemos construir un sistema de salud justo e integral que nos trate a todos como necesitamos ser tratados y nos asegure que podemos mantenernos bien. Podemos asegurarnos de que cada trabajo tenga la atención médica, salarios y los beneficios que sustenten vidas alegres para nuestras familias, y que el tiempo con nuestros seres queridos sea centro de nuestras vidas. Podemos asegurarnos de que toda persona que quiera echar raíces en un hogar del que está orgulloso sea capaz de hacerlo, en un estado saludable y en un planeta saludable que sea un hermoso hogar para nosotros y las generaciones futuras. Podemos tener no sólo supervivencia, sino un futuro alegre donde todos puedan vivir vidas seguras, felices y saludables.